Una tragedia estremeció a la comunidad de San Pablo, en Chimalhuacán, tras el hallazgo del cuerpo sin vida de una niña de apenas 2 años, presuntamente asesinada por su padre y enterrada dentro de su propia vivienda. El caso salió a la luz luego de que la hermana mayor, de aproximadamente 4 años, contara a sus abuelos lo ocurrido.

La mañana del miércoles 2 de junio, los abuelos maternos llegaron a la casa para visitar a sus nietas, pero al notar la ausencia de la menor de dos años y observar que la otra presentaba visibles moretones, decidieron resguardarla. Ya a salvo, la niña relató lo impensable: su padre las había golpeado y le había dado un machetazo a su hermanita, para después enterrarla bajo los sillones de la sala.

Al escuchar el testimonio, los abuelos regresaron al domicilio ubicado en la calle Villa Guerrero esquina Cerrada Loma Bonita. En el lugar, encontraron la casa vacía: tanto la madre de las niñas, Alma Sofía “N”, de 23 años, como su pareja, habían huido. El abuelo removió los muebles y detectó tierra suelta; al escarbar, confirmó lo peor: el cuerpo de la pequeña estaba sepultado bajo los sillones.

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De inmediato se notificó a las autoridades, donde elementos de la Policía Municipal acudieron al sitio para acordonar la zona, y posteriormente llegaron peritos y agentes del Ministerio Público de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) para llevar a cabo el levantamiento del cuerpo e iniciar las investigaciones.

Los abuelos señalaron que el padre de las niñas no tenía empleo y consumía drogas, y que en múltiples ocasiones las menores habían sido víctimas de maltrato; he Incluso, los vecinos habían reportado episodios de violencia familiar previamente, sin que se actuara de forma efectiva.

Hasta el momento, no se ha logrado localizar ni al presunto agresor ni a la madre de las menores, por lo que se mantiene un operativo de búsqueda. La comunidad exige justicia, y el caso ha desatado indignación por la falta de respuesta ante las señales de violencia que ya habían sido denunciadas.

Fuente: Milenio