Morelia, Michoacán

La Danza de las Panaderas de Tarecuato se dispone a brillar de nuevo en la edición 2025 de la K’uínchekua, un festival en el que las expresiones culturales de las mujeres indígenas tendrán un papel protagónico como parte de la preservación de las tradiciones michoacanas.

El evento se llevará a cabo en las Yácatas de Tzintzuntzan del 13 al 16 de marzo con 360 danzantes y músicos que mostrarán la tradición y la riqueza cultural de Michoacán.

Originaria de la comunidad de Tarecuato, perteneciente al municipio de Tangamandapio, esta danza rinde homenaje al oficio tradicional de la panadería y es interpretada por doce mujeres y un hombre que son acompañados por una banda musical.

Las danzantes visten trajes de gala con motivos rojos en sus blusas y accesorios, así como holanes dorados en el delantal. Llevan su cabello trenzado y, como rasgo distintivo, bailan descalzas, en honor a la costumbre de las mujeres de Tarecuato que, en el pasado, no usaban calzado.

La representación se divide en tres momentos que simbolizan el proceso de elaboración del pan: la preparación de la masa, la cocción y la distribución. En la última fase, los danzantes lanzan pan al aire como una ofrenda y bendición a la tierra.

Esta expresión cultural, que forma parte de la festividad del Corpus Christi, ha estado presente habitualmente en la K’uínchekua.

T’harés y Maringuías por primera vez en la K’uínchekua

La tradicional danza T’harés y Maringuías, de la localidad de Sevina, en el municipio de Nahuatzen, será parte de la K’uínchekua por primera vez en este 2025.

En esta danza, los T’harés representan a los conquistadores, con trajes elegantes y máscaras de rasgos europeos, mientras que las Maringuías encarnan a las mujeres indígenas, vestidas con atuendos coloridos y tradicionales.

A través de movimientos expresivos y enérgicos zapateados, los danzantes recrean escenas que incorporan elementos culturales relacionados con los indígenas, europeos y afrodescendientes.

Esta tradición, arraigada en la comunidad purépecha de Sevina, se ha transmitido de generación en generación como parte de su patrimonio inmaterial.