La persistente lucha de la comunidad de Nurío por la defensa del maíz, un símbolo de resistencia y tradición.
Morelia, Michoacán.- Épocas fuertes han vivido los habitantes de Nurío desde la llegada de los evangelizadores católicos, para defender la propiedad de sus tierras, que poco a poco fueron enajenadas con la anuencia del clero.
“La enajenación de la tierra se daba con celebraciones que se tenían que hacer con lo que alrededor de nosotros estábamos viviendo, en esa conquista espiritual. Y llegó el momento en el que la comunidad ya no tenía tierras para hacer su labor, para producir su alimento. Llegó el momento en el que los que venían, eran los dueños de las tierras”.
Así lo narró Ignacio Octavio, uno de los líderes de la comunidad de Nurío, quien contó lo que sus Tatas vivieron en aquella época, cuando, después de ser los propietarios de las tierras y de sus siembras, solo tuvieron derecho a recoger “los suelos”, es decir, lo que otros no se llevaron de la cosecha del maíz.
“Fue la capacidad de revelarse, reflexionar, de reunirse y de hablar sobre esta situación, que se gestó la inquietud de luchar por la recuperación de las tierras de cultivo. Fue una etapa complicada y de sufrir muchos abusos del poder político y económico. Tenían que vivir escondidos y alejarse de las casas, dormir en el campo y estar atentos a las incursiones”.
Sin embargo y al paso de los años, recuperaron sus tierras y hoy, Nurío, ubicada en el municipio de Paracho, es de las pocas comunidades de la Meseta Purépecha que no consciente la siembra de aguacate. El cultivo del “oro verde” está prohibido, tanto para ellos, como para quienes llegan de fuera, queriendo rentar o comprar sus tierras.
Pero la defensa del maíz, esa sí que está vigente.
“Nosotros conservamos el cultivo del maíz y lo más que se puede que sea de manera natural. Evitamos el uso de herbicidas y otro tipo de productos químicos que dañan a la tierra. Pensamos en cómo defender más allá de nuestras posibilidades, el significado de la mazorca”.
Octavio, que para lograr la que hoy se conoce como la Feria de la Mazorca, hubo la necesidad de separar la fiesta religiosa de lo que dijo, es lo verdaderamente importante para ellos, y eso, es el maíz. Y es que no solo se trata de un alimento, se trata de un cultivo que para la comunidad, creció con ellos, lo cuidan y a su vez, el maíz los cuida.
“Estamos viviendo en resistencia, en favor de conservar el origen natural del maíz”.
Lo anterior, fue narrado en el marco del Segundo Encuentro de Expresiones de la Diversidad Cultural y Biocultural: Lengua, Oficios Artesanales, Milpa, Cocina Tradicional y Música, que organiza el Instituto Nacional de Antropología e Historia, delegación Michoacán.