La burocracia en panteones de Michoacán refleja una crisis de espacio y gestión.
Morelia, Michoacán.- En Michoacán, incluso la muerte se enfrenta a la burocracia, ya que la administración de los panteones municipales —donde reposan más de 350 mil cuerpos—, revela un sistema que, lejos de garantizar un descanso digno, refleja la falta de planeación y gestión local.
De acuerdo con el Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Demarcaciones Territoriales del INEGI del 2022, en el estado existen 645 panteones, con una capacidad total de 402 mil 107 espacios, de los cuales 350 mil 445 ya están ocupados, y sólo 49 mil 105 permanecen disponibles.
Saturación de cementerios
El dato, más que numérico, evidencia la inminente saturación de los cementerios en la entidad, ya que municipios como Angangueo, Aquila, Briseñas, Charapan, Cherán, Chinicuila, Churintzio y Erongarícuaro, entre otros, ya no cuentan con ningún espacio disponible, lo que los obliga a enfrentar procesos burocráticos para habilitar nuevos terrenos, tramitar permisos ambientales o resolver disputas legales sobre propiedad y competencia municipal.
Cada nuevo entierro implica, en muchos municipios, un recorrido por ventanillas y oficinas, toda vez que las regulaciones municipales y los trámites de inhumación varían según la demarcación, pero en todos los casos intervienen permisos sanitarios, certificaciones de defunción y autorizaciones administrativas que —en palabras de varios ayuntamientos consultados en censos previos—, ralentizan el proceso incluso en situaciones de emergencia o contingencia.
La situación se agrava por la escasa capacidad de gestión local, pues en Michoacán, apenas 702 personas trabajan en los panteones, una cifra que incluye sepultureros, administradores, veladores y personal de mantenimiento.
En muchos municipios, un solo empleado debe encargarse del registro, limpieza, excavación, cobro de derechos y supervisión del camposanto.
Falta de espacios y fosas comunes
Además de la saturación, la falta de espacios y fosas comunes es otro problema estructural, pues de los 645 panteones, 36 cuentan con fosas comunes, y sólo en 2022, un total de mil 840 cadáveres fueron inhumados bajo esta modalidad.
El año previo la cifra fue de mil 506 inhumaciones, lo que evidencia una falla sistémica en el registro, trazabilidad e identificación de restos, atribuida por los propios municipios a la falta de coordinación con fiscalías, servicios médicos forenses y registros civiles.
En Michoacán, la muerte no es un punto final, sino un trámite más, y el descanso eterno se firma con sello y copia, y cada lápida es también testimonio de un estado que, incluso frente a los muertos, sigue atrapado en su propia burocracia.
La saturación de los panteones no sólo anticipa una crisis de espacio, sino una crisis institucional, ya que los municipios son incapaces de garantizar siquiera en la muerte, un derecho elemental al reposo.
 
                            
 
                         
                         
                         
                         
                     
                     
     
                     
                     
                    