México es un país en descomposición provocada por mucho gobernante inepto y codicioso
MÉXICO ES UN PAÍS EN DESCOMPOSICIÓN PROVOCADA POR MUCHO GOBERNANTE INEPTO Y CODICIOSO Y POR LA PROFUNDA ABULIA Y EL ESCEPTICISMO DEL PUEBLO. YA NO CREEEMOS EN NUESTRO PAÍS EN LA MISMA FORMA DE ANTES…EL PUEBLO TIENE QUE REACCIONAR…ME PROCUPA ESA INMENSA POBREZA DESDE TANTOS SIGLOS DE INDEPENDENCIA…TENEMOS LA MENTALIDAD DE LOS PAÍSES DESCOLONIZADOS Y HAY QUE DESHACERSE DE ELLA…
FERNANDO DEL PASO. ENTREVISTA CONCEDIDA EN MADRID A PROCESO, PREVIA A LA CEREMONIA DE RECEPCIÓN DEL PREMIO CERVANTES, EN ALCALÁ DE HENARES, A LOS CD AÑOS DE SU MUERTE.
DIRÉ CON ÉPICA SORDINA:
LA PATRIA ES IMPECABLE Y DIAMANTINA.
SUAVE PATRIA. RAMÓN LÓPEZ VELARDE. COLECCIÓN DE ESCRITORES MEXICANOS. EDITORIAL PORRÚA, S.A.
Fernando Del Paso, uno de nuestros pocos escritores mexicanos galardonados con el Premio Cervantes – entre ellos Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol – y en nuestro país, al recibir, en nuestra Mérida, Yuc., el Premio a la Excelencia José Emilio Pacheco, pronunció un discurso singular, que fue monólogo, interrogatorio y/o enigmas.
Tomaré de él varios fragmentos cuya respuesta es la realidad y las palabras e ideas se explican por sí mismo.
Quiero decirte lo que tú ya sabes que hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia. Quiero decirte que a los casi ochenta año de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela y que hoy me sé sólo cuando en ellos sucede una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre; Chenalho, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquiillas… ¡qué pena!, sí, ¡qué vergüenza! ¡Que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia!
¡Qué pena también, que aprendamos, cuando estamos viejos que los Rarámuris, o los Triques mazatecas, son los nombres de los pueblos que nunca nos habían contado y que solo conocimos por primera vez cuando fueron víctimas de un abuso o de un despojo por parte de compañías extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades!
Parece mentira, José Emilio que hayan pasado tantos años y todavía no hayamos aprendido a no mancillar ese fulgor abstracto que alimentaba esa pasión por nuestra patria.
¡Qué pena!
Sí
¡Qué vergüenza!
Querido José Emilio: no me preguntes cómo pasa el tiempo; hace poco más de un año que te fuiste y no tuve la oportunidad de hablar contigo de tantas cosas como hubiera querido. He sido un mal lector de tu obra como hubiera querido y me arrepiento, pero ahora estoy dispuesto a llenar ese vacío con el recuerdo de tus palabras, de tu presencia y de tu lucidez.
Nunca como hoy me pregunto, qué hicimos, José Emilio de nuestra patria. ¿A qué horas y cuándo se nos escapó? Y cuán se nos escapó de nuestras manos esa patria dulce que tanto trabajo les costó a otros construir y sostener.
¡Ay, José Emilio! Sí, dime cuándo empezamos a olvidar que la patria no es una posesión de unos cuántos, que la patria pertenece a todos sus hijos por igual: no sólo a aquellos que la cantamos y que estamos muy orgullosos de hacerlo: también de aquéllos que la sufren en silencio.
Tú mismo lo dijiste. Tarde o temprano ellos, en masa, heredarán, la tierra. Tú nos invitaste a admirar su paciencia…pero… ¿hasta cuándo José Emilio, hasta cuándo? Ese día parece no llegar nunca. El Apocalipsis, como tú dices, todavía tiene que dar paso a varios comerciales y el Centauro y el Unicornio no han resucitado aún.
Cuando me enteré que había sido honrado con el premio que lleva tu nombre, José Emilio, una andanada de recuerdos se me vino encima. Éramos muy jóvenes y teníamos toda la vida por delante y toda la patria también… ¿pero qué patria dime, la de nuestros padres, la de nuestros abuelos o la sola patria nuestra?
Éramos jóvenes, sí, y teníamos una enorme responsabilidad qué cumplir: la cuidar el patrimonio que habíamos heredado y cuya integridad se ha visto amenazada tantas veces. Dime cómo, José Emilio: ¿Cumplimos? ¿Hoy que el país sufre de tanta corrupción y crimen, basta con la denuncia pasiva? ¿Basta con contar y cantar los hechos para hacer triunfar la justicia? ¿Es ético aceptar premios por nuestra obra y agradecerlos en público, como lo hago en estos momentos? No lo sé. Pero vale la pena plantear si nuestra posición sirve para algo.
Algo se está quebrando en todas partes, decías en uno de tus poemas.
Algo, sí, mi corazón ante todo lo que sucede a nuestro alrededor y se quiebran mis palabras… ¿qué se hizo del México post68? ¿Qué proyecto de país tenemos ahora? Qué proyecto tienen quienes dicen gobernarlo?
¡Ay, José Emilio! ¿Qué hemos hecho de nuestra patria impecable y diamantina?…Dime, José Emilio, a qué horas, cuando permitimos que México se rompiera hasta los huesos? ¿A qué hora nuestro país se deshizo en nuestras manos para ser víctima del crimen organizado, el narcotráfico y la delincuencia?
… ¡Ay, José Emilio! ¿Qué vamos hacer?, qué se puede hacer con 23 000 desaparecidos en unos cuantos años? ¿O son 20 y 42? ¿Y cómo sabemos quiénes son culpables? ¿O vamos a fabricar culpables por medio de la tortura como es nuestra costumbre?
¿Ay, José Emilio! No sé qué mas decirte. No sabes qué triste estoy.
Acepto el premio que tiene tu nombre, porque sé que se me da de buena fe, no sin antes subrayar que lo más importante en la vida no es recibir galardones, aunque se merezcan sino denunciar las injusticias que nos rodean.