Un estudio científico de 2022 encontró que en los materiales en contacto con alimentos había al menos 388 sustancias clasificadas como “muy preocupantes”.

Envases, táperes de plástico, sartenes o papeles de horno pueden contener sustancias nocivas para la salud, pero aunque la ciencia lo pruebe, los reguladores van más despacio: en la Unión Europea el reglamento sobre materiales en contacto con alimentos data de 2004, por lo que la iniciativa 'Hogar sin tóxicos' urge a actualizarla.

Unas 8.000 sustancias están autorizadas para estos usos en la UE, que puso en marcha en 2004 una normativa para regularlos, pero desde entonces no se ha actualizado y sólo se han tomado medidas puntuales.

Un ejemplo de ello es la prohibición del bisfenol A en materiales que entren en contacto con alimentos adoptada el pasado diciembre, que llegó más de 20 años después de que la ciencia empezase a alertar de sus efectos nocivos, denuncia 'Hogar sin tóxicos'.

"La normativa actual se ha quedado desfasada porque no tiene en cuenta lo que hoy sabe la comunidad científica y que debería ser incorporado", asegura a EFE el responsable de esta iniciativa, Carlos de Prada, periodista y divulgador ambiental.

Por ejemplo, un estudio científico de 2022 encontró que en los materiales en contacto con alimentos había al menos 388 sustancias clasificadas como "muy preocupantes".

La normativa europea permite sustancias como diversos bisfenoles, ftalatos o PFAS (los llamados 'tóxicos eternos') que "se sabe" que tienen propiedades peligrosas, según 'Hogar sin tóxicos'.

Pueden estar en productos que se usan en el día a día, como bandejas de carne, latas de bebidas y alimentos, cajas de pizza y hamburguesa, vajillas desechables o utensilios de cocina.

El plástico no es el único problema

Los plásticos son frecuentemente apuntados como uno de los materiales más problemáticos, pero también son los que están más cubiertos por la regulación europea.

Y no se presta tanta atención a los envases de cartón, en ocasiones tratados con PFAS para que sean hidrófugos o antigrasas, o a las latas, cuyo interior puede estar revestido por una resina que solía contener bisfenol A.

Con la prohibición de este componente, la industria lo puede estar cambiando por otras sustancias que también pueden tener efectos nocivos, alerta De Prada. Es lo que se conoce por el término "sustitución lamentable": cambiar un tóxico por otro.

Por todas estas deficiencias en la regulación -la propia Comisión Europea (CE) reconoció en un informe que tenía defectos-, 'Hogar sin tóxicos' solicita que se actualice.

Ha pedido a la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, y a varios eurodiputados españoles que presenten un reglamento mejorado que permita dejar la normativa actualizada esta legislatura.

Sería un paso al frente para afrontar un problema cuya dimensión total es imposible de saber.

La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) publicó en 2019 un informe que apuntaba que, de los 100.000 químicos que existen en el mercado -en diversos sectores, no apenas relacionados con alimentos-, sólo 500 habían sido evaluados de forma completa por sus posibles efectos dañinos.

¿Qué hacer para minimizar la contaminación?

Aunque lo ideal sería tener una regulación adecuada, De Prada indica algunos consejos que se pueden seguir para minimizar la contaminación con estos tóxicos.

Reducir el consumo de alimentos enlatados, no calentar táperes de plástico en el microondas, cambiar sartenes antiadherentes por otras de hierro colado o acero inoxidable o dar prioridad a envases de vidrio son algunos de estos trucos.

"Va creciendo poco a poco la conciencia, pero desde luego no lo suficiente", señala el periodista, que alerta de que, en sensibilización sobre tóxicos, España está detrás de otros países del norte y centro de Europa.

Una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) divulgada en 2023 reveló que uno de cada dos consumidores usa incorrectamente los envases alimentarios, lo que aumenta el riesgo de que las sustancias que los componen migren al alimento.

Sólo el 47 % de los encuestados sabía que los envases plásticos podrían liberar sustancias químicas cuando entran en contacto con alimentos ácidos (como tomate troceado) y grasos (con aceite), y apenas el 15 % era consciente de que la migración de sustancias es más probable cuando el alimento se guarda caliente.