460 años después… ¿Qué queda del sueño de Vasco de Quiroga?
Dante B. Martínez Vázquez, colaborador La Voz de Michoacán
Morelia, Michoacán.- Este 2025, se cumplen 460 años del fallecimiento del primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, quien nació un 3 de febrero de 1470 en el poblado de Madrigal de Las Altas Torres, en España, y vio el ocaso de su vida un 14 de marzo de 1565 en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, ciudad a la que abocó su proyecto de vida para convertirla en capital de la provincia de Mechoacan.
No obstante, el primer obispo de Michoacán ha sido foco de cuantiosas investigaciones por su importante papel en la consolidación del Michoacán virreinal, a través de distintos proyectos como los pueblos hospital, el impulso de determinados cultos religiosos, así como por sus diversos métodos empleados para la evangelización de los Purépechas; sin olvidar los ambiciosos proyectos que buscó poner en marcha y, de los cuales muchos no culminaron, como el caso de la gigantesca catedral que tenía pensada para la ciudad de Pátzcuaro.
Esto ha hecho que precisamente Vasco de Quiroga sea un personaje inmerso en el debate y la polémica, por los distintos pleitos que también protagonizó contra miembros de la antigua nobleza de Tzintzuntzan, conquistadores españoles y hasta otros personajes de la vida religiosa, pertenecientes a las diversas órdenes mendicantes que hubo en Michoacán (Franciscanos y Agustinos), así como del clero secular.
Sus diversos proyectos y conflictos han provocado que, precisamente las investigaciones sobre él no cesen, y con el andar de los años se sigan revelando nuevos datos sobre su vida y obra; e independientemente de la controversia que pudieran generar los distintos discursos que se han construido en torno a su figura, queda claro que Vasco de Quiroga seguirá siendo un personaje al cual se le debe continuar poniendo esfuerzos en materia de investigación, principalmente por el impacto que tuvieron sus proyectos en los cimientos de lo que hoy conocemos como Michoacán.
Vasco de Quiroga llegó a la Nueva España el 9 de enero de 1531, como oidor de la segunda audiencia. Fue un personaje que tuvo una conexión importante con Isabel I (la Católica) de España, con la cual inclusive compartía lugar de nacimiento (Madrigal de las Altas Torres); parte de su misión, consistió en impartir las ordenanzas impuestas por dicha reina, prohibiendo la esclavitud hacia los indígenas y así declararlos como súbditos de la corona.
Entre una de las principales tareas que tuvo Vasco de Quiroga, fue precisamente la de visitar la provincia de Mechoacan, lugar que había sido azotado por la presencia de Nuño de Guzmán, quien en 1530 había cometido la macabra ejecución de Tzintzicha Tangaxoan (el útlimo gobernante o regente del, ya para ese entonces, extinto Irechekwa Tzintzuntzani o reino de Tzintzuntzan), lo cual había generado mucha inestabilidad política, e inclusive la aparición de algunas rebeliones en distintos puntos de la provincia. Fue así, que en 1533, Vasco de Quiroga partió como visitador hacia la ciudad de Tzintzuntzan, en donde dio fe del caos que sucedía en dicha provincia; tanto por los conflictos entre los naturales y los españoles, las epidemias, así como por el abandono de las practicas evangelizadoras por parte de los franciscanos. En ese mismo año puso en práctica la fundación del pueblo de Santa Fe de la Laguna a orillas del Lago de Pátzcuaro, como parte de sus planes de congregar a los indígenas en nuevos pueblos con una estructura mucho más occidental.
A pesar de que Vasco de Quiroga regresó a la Ciudad de México, Michoacán se convirtió en su principal objetivo para poner en práctica diversos proyectos enfocados en la evangelización de los indígenas; logrando que en 1536, Michoacán obtuviera la categoría de obispado, para así en 1537, él convertirse en el primer obispo, cuya cabecera se ubicaría en primera instancia en lo que fue la antigua ciudad de Tzintzuntzan, capital del antiguo imperio tarasco.
Sin embargo, parte de sus primeras decisiones como obispo levantaron mucha polémica dentro de la provincia de Michoacán, ya que en 1538 comenzó a desarrollar un proyecto para mover la sede episcopal de Tzintzuntzan a otra población aledaña: la ciudad de Pátzcuaro, alegando que no era de su agrado el urbanismo y orografía de Tzintzuntzan, pues no permitía el crecimiento orgánico de una ciudad a la usanza española. Su controversial decisión, fue apoyada por algunos miembros de la nobleza Uacúsecha, así como por colonizadores españoles; pero también tuvo sus detractores, quienes se negaron a que Tzintzuntzan perdiera su estatus de capital y ciudad. No obstante, los planes de Quiroga lograron llevarse a cabo, trasladando el campanario de Tzintzuntzan hacia Pátzcuaro, donde inicio su nuevo proyecto de catedral en 1538.
En las décadas siguientes, Vasco de Quiroga fue protagonista de numerosos eventos políticos, sociales y religiosos, entre los que destacan sus pleitos con los obispados de México y Guadalajara para la delimitación del obispado de Michoacán; momento cumbre que incidió en parte de la creación de las fronteras políticas vigentes para el estado de Michoacán. También podemos destacar su férrea defensa de su proyecto en Pátzcuaro, especialmente ante los intentos de varios colonizadores españoles de conformar una nueva capital en Guayangareo, que posteriormente fue nombrado como Valladolid (hoy Morelia); y aunque durante toda su vida Vasco de Quiroga no permitió que la sede episcopal se trasladara a Valladolid, esto eventualmente terminó sucediendo después de su fallecimiento, convirtiéndose dicho lugar en la capital definitiva de Michoacán.
Es así, que a 460 años de su fallecimiento, el primer obispo de Michoacán aún tiene mucho material por aportar para las futuras investigaciones históricas.
Dante Bernardo Martínez Vázquez, licenciado en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Licenciado en Historia por el Instituto de Estudios Universitarios y Maestro en Historia por la Facultad de Historia de la UMSNH. Ha formado parte de diversos proyectos de investigacion nacionales e internacionales. Su obra incluye el estudio de los pueblos originarios de Michoacán en las épocas prehispánica y virreinal.