Morelia, Michoacán, 20 de agosto de 2024.- Primero una definición: Estado fallido es un término que se utiliza para describir a un país cuyo gobierno central es tan débil o ineficaz que no puede ejercer un control efectivo sobre su territorio, proporcionar servicios básicos a sus ciudadanos o interactuar de manera significativa en la esfera internacional.
Este concepto no tiene una definición única y universalmente aceptada, pero en general se acepta que un Estado fallido se caracteriza por la pérdida de legitimidad del gobierno, el colapso de las instituciones públicas, la corrupción endémica, una violencia generalizada y la incapacidad para garantizar tanto la seguridad como el orden en el país.
A lo largo de la historia reciente un buen número de países han sido etiquetados como Estados fallidos, dentro de estos los más representativos son los siguientes:
Somalia: Desde la caída de Siad Barre en 1991, Somalia ha sido uno de los casos más emblemáticos de un Estado fallido. La ausencia de un gobierno central efectivo ha llevado a décadas de conflicto armado y a la aparición de los llamados “Barones de la guerra”, personajes que imponen su ley en el territorio que dominen.
Sudán del Sur: A pesar de su independencia en 2011, Sudán del Sur rápidamente cayó en una guerra civil que desintegró el país. La falta de instituciones robustas y la lucha constante por el poder han hecho que el gobierno sea incapaz de controlar el territorio o de proporcionar servicios básicos.
Afganistán: Después de la retirada de las fuerzas estadounidenses y aliadas en 2021, el país ha sido dominado por los talibanes, quienes han impuesto un régimen intolerante, opresivo, siguiendo las lineas de un Islam fundamentalista.
México, a pesar de ser la decimoquinta economía más grande del mundo y tener, en teoría, instituciones democráticas establecidas, ha enfrentado críticas que lo califican como un Estado fallido en algunas regiones. Sin embargo, es necesario matizar esta afirmación.
México no es un Estado fallido en su conjunto; el gobierno federal mantiene (hasta cierto punto) cierto control sobre gran parte del territorio pero su democracia es actualmente muy cuestionable y mantiene, con altibajos, sus relaciones internacionales. Ahora bien, es innegable que existen regiones donde el control del gobierno es débil o francamente inexistente, y donde el crimen organizado ejerce un poder significativo.
Es un hecho que en algunas regiones de México, particularmente en los estados de Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas, el crimen organizado y los cárteles de drogas han establecido un control paralelo al del Estado. Estos grupos no sólo están involucrados en el narcotráfico, sino también en la extorsión, secuestro, y el tráfico de personas. Su poder ha llevado a la erosión de la autoridad del gobierno local y estatal, creando áreas donde el Estado es prácticamente inexistente.
¿Por qué llegamos a este nivel? Lo primero que viene a la mente es que el crimen organizado ha prosperado en parte debido a la corrupción y la cooptación de las autoridades civiles. En algunos casos, los políticos locales han sido amenazados, asesinados, o lo que es más grave, comprados para trabajar en complicidad con los cárteles. El otro mecanismo es la infiltración de las fuerzas policiales , los jefes están en la nómina del crimen organizado.
Ahora bien ¿se pudo hacer algo para evitar llegar a este nivel? Si, un catalogo de “buenos deseos” de difícil si no es que imposible implementación en México:
-Reforzar las instituciones del Estado, asegurando su absoluta independencia y capacidad para operar sin la influencia de grupos criminales.
-Implementar políticas eficaces de lucha contra la corrupción, incluyendo reformas judiciales y el enjuiciamiento de funcionarios corruptos.
-Mejorar las fuerzas de seguridad mediante capacitación, equipamiento adecuado y la purga de elementos corruptos.
-Algo utópico: Atender las causas subyacentes que permiten la expansión del crimen organizado, como la pobreza, la falta de oportunidades, y la desigualdad.
Finalmente algo que suena fácil pero es en extremo complicado: cooperación internacional para combatir el narcotráfico y el lavado de dinero con la idea de debilitar a los cárteles que operan a nivel transnacional.
¿Factibilidad? En las actuales circunstancias políticas es un redondo cero.
