Morelia, Michoacán
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) de Michoacán implementó una estrategia emergente para asegurar la producción agrícola del estado y cubrir la demanda de alimentos de la población.
Cuauhtémoc Ramírez Romero, titular de la dependencia, señaló que ante lo incierto de los ciclos de lluvia y las temperaturas extremas, cada vez será más difícil producir y asegurar la cosecha de alimentos: “las alteraciones del clima cambian la oportunidad de la planta de desarrollarse y se vuelve más susceptible a plagas y enfermedades”, expuso.
En entrevista para Primera Plana Mx, resaltó que, aunque el estado no se encuentra en una situación crítica, los suelos de cultivo han sufrido una degradación a partir de los años sesenta, pasando de un 3.5 por ciento de materia orgánica en los suelos a un 1.7 por ciento.
Michoacán, dijo, sigue siendo el primer lugar nacional en aportación al PIB agropecuario con cerca de 90 mil millones de pesos; sin embargo, reconoció que es necesario atender las complicaciones que se presentan en el día a día. La tarea, precisó, es rescatar la fertilidad de los suelos, ante el cambio climático y adversidad del clima, cómo lograr alternativas para que se sigan produciendo alimentos.
En el campo, abundó, estas medidas deben enfocarse en ayudar a tener mejores condiciones en la producción a pesar de situaciones de estrés en ambos sentidos, en sequía y con exceso de agua.
Desde 2022, precisó, se emprendió un proceso de aprendizaje en el manejo de suelos, que, aplicando un kilo de materia orgánica por cada metro cuadrado se da una mejora significativa en las condiciones del suelo, asegurando así una mejor cosecha, incluso en condiciones de sequía.
“Al aplicar materia orgánica los suelos tienen mejor estructura, mayor aireación, mayor actividad biológica, mayor disponibilidad de nutrientes, mineralización y el cultivo adquiere resistencia al estrés hídrico y cuando se inunda también aguanta más”, explicó.
Sumado a estas acciones, Ramírez Romero puntualizó que el programa Agrosano ha reducido el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos, y el control de plagas y enfermedades se realiza sin agroquímicos y se utilizan biofertilizantes orgánicos, lo que mejora la condición de los suelos y la calidad de los alimentos.
“Tenemos tres años haciendo esto y ya nos ha dado resultados. Habiendo sequía hemos sacado cosecha, habiendo un buen temporal nunca habíamos tenido 13 toneladas de rendimiento de maíz por hectárea, como sucedió en algunas regiones en 2024, por ejemplo”, precisó el funcionario.
Otro de los aspectos en los que ha trabajado es en estudiar la adaptabilidad de los cultivos en diferentes condiciones climáticas.
“En las 64 razas de maíz que hay en el país, tenemos una gran diversidad genética, y eso les da una adaptabilidad a diferentes condiciones de clima. Desde luego que son semillas diferentes. Tenemos maíces para valles altos, generalmente nativos, y que ahí no compite otro, o algún híbrido, o alguna variedad. Y tenemos maíces de zonas tropicales, y esos maíces están adaptados. Y se han venido adaptando a esos diferentes climas por la evolución de miles de años”, ejemplificó el secretario.
Estas acciones han dado como resultado suelos en mejores condiciones, alimentos con mayor resistencia a las alteraciones climáticas, alimentos más sanos y nutritivos, lo que generaría también un impacto en una mejor alimentación de los pobladores y una mejor salud.
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