Aquila, Mich.- 19 de diciembre de 2025.- El sonido de las olas, que normalmente invita a la calma, se convirtió en grito y desesperación la tarde del jueves en la playa Las Brisas, municipio de Aquila. Cuatro niños, que minutos antes reían jugando en la orilla, fueron arrastrados por una fuerte corriente marina que casi los engulle.

Eran visitantes locales que habían acudido con sus familias a disfrutar del día. Todo parecía un paseo común bajo el sol del Pacífico, hasta que una ola más fuerte que las demás cambió el tono del día. En cuestión de segundos, los gritos de alegría se transformaron en pedidos de auxilio. “¡Ayuda! ¡Se los lleva el mar!”, alcanzaron a escuchar los adultos desde la arena.

Los familiares se lanzaron sin pensarlo. También lo hicieron otros bañistas que estaban cerca, improvisando una cadena humana entre el oleaje para intentar alcanzar a los menores. La escena fue de tensión pura. Cada segundo contaba y el mar no cedía. Finalmente, tras una lucha que pareció eterna, lograron sacar a los cuatro pequeños.

En tierra firme, paramédicos y voluntarios brindaron los primeros auxilios. Tres de los menores presentaban signos de hipotermia y agotamiento, mientras que uno, inconsciente, fue trasladado de inmediato al Hospital de Coahuayana. Horas más tarde, el presidente municipal de Coahuayana, Andrés Aguilar Mendoza “Pay”, confirmó a través de un mensaje público que tres de los niños se encontraban estables, pero que uno había sido referido a Tecomán, Colima, para recibir atención especializada.

“Gracias a la oportuna y profesional atención del personal médico, tres de los menores se encuentran estables, mientras que uno más fue referido a otro hospital. Reconozco profundamente la entrega y compromiso del equipo médico en momentos tan críticos”, escribió el alcalde en sus redes sociales.

En su mensaje, Aguilar Mendoza aprovechó para hacer un llamado urgente a la población y a los prestadores de servicios turísticos a no confiarse del mar y extremar precauciones, sobre todo al vigilar a los niños. “El mar puede parecer tranquilo, pero puede ser traicionero”, advirtió.

La comunidad costera de Aquila aún comenta el suceso con mezcla de susto y alivio. Lo que pudo terminar en tragedia, se convirtió en una historia de valentía colectiva, solidaridad y esperanza. El mar devolvió a los niños, pero también dejó una lección que resuena entre las olas, que la naturaleza no perdona los descuidos, y la vida puede depender de un instante de atención.