El cortometraje “Nacidas de la Primera Noche” narra una historia de sororidad y vampiros, desafiando mitos tradicionales desde una perspectiva femenina.
Morelia, Michoacán.- El reloj apenas marcaba las 16:30 horas del pasado 25 de octubre para dar inicio al atardecer en Morelia, mientras tanto, al interior de la sala de proyecciones de la Casa Natal de Morelos, se oscureció, anunciado el inicio de la proyección del corto “Nacidas de la Primera Noche”, obra escrita, producida y dirigida por Dalia González Ruiz y Elizabeth Legarreta López.
Mientras la sala aguardó en la silenciosa oscuridad a la expectativa el inicio de la historia de Leonor y Pilar, dos jóvenes vampiresas, cuya trama se desenvuelve en la Valladolid de 1824, quienes enfrentan un embarazo no deseado, en un contexto de invalidación de la mujer, de restricciones marcadas por la moral y las buenas costumbres, y a quienes, en castigo, envían a un convento.
Mientras al interior de la Casa Natal de Morelos, un público atento observó la historia que pretendió romper con la tradición en la que el bien siempre vence al mal, afuera, en la Plaza de Armas, trabajadores del ayuntamiento de Morelia y alumnos de la Universidad Montrer colocaron los altares que enmarcaran la conmemoración del próximo 2 de noviembre: la Noche de Muertos, escenario que sirvió como alegoría de lo que depara la proyección de “Nacidas de la Primera Noche”.
Así, mientras en la Plaza de Armas se concluía la instalación de los altares para la Noche de Muertos y se encendían las velas para dar la lúgubre atmosfera, adentro de la Casa Natal de Morelos, una cincuentena de espectadores —morelianos y turistas atraídos por el azar de su paseo—, disolvieron los murmullos, y a la primera imagen, un silencio profundo, casi reverencial, acompañó los casi 18 minutos del corto de terror.
Al final, los aplausos irrumpieron como si rompieran un hechizo, en tanto que algunos espectadores, conmovidos o intrigados, se acercaron a las realizadoras para felicitarles; otros comentaban en asombro las escenas que acababan de presenciar.
Durante la proyección de “Nacidas de la Primera Noche”, Pao Stump engalanó la secuencia de imágenes, no solo con su actuación como Doña Isabel, sino también con el soundtrack que envolvió el recinto con una atmósfera gótica y melancólica.
Su voz, como un eco desde el subsuelo de la historia, así como las partes meramente instrumentales, acompañaron el seguimiento de la filmación, así como los créditos finales, entre los que destacaron los nombres de las protagonistas: Mar Lebrija como Leonor; Dara Leyva como Pilar; la destacada interpretación de la primera actriz, Rocío Martínez como la madre superiora del convento; la espeluznante actuación de Elena Ponce en el papel de la diosa Lilith, figura femenina de la mitología mesopotámica y del folclore demonológico judío, y los gritos despavoridos de Carla Arce como sor Elvira, tras ser víctima de las vampiresas.
Una historia donde ganan los vampiros
Al término de la proyección del corto, así como de un par de video con canciones del filme, obra de Pao Stump, en entrevista con las directoras del corto, Dalia González Ruiz y Elizabeth Legarreta López, recuerdan que el proyecto nació de una inconformidad.
“Nos dimos cuenta que casi siempre en las películas de vampiros ellos son los que pierden, cuando tienen todas las de ganar”, narró Dalia González.
Y agregó:
“Queríamos hacer una historia donde los vampiros fueran los que ganaran, o que tuvieran más esperanza. Normalmente representan la oscuridad, lo maldito, lo malo, pero queríamos ofrecer otra visión, una contraposición incluso con lo que implica la iglesia y el orden”.
En ese sentido, “Nacidas de la Primera Noche”, surgió como un relato que le dio un giro al mito vampírico, desde una mirada femenina, donde la oscuridad no es castigo sino refugio.
En palabras de Elizabeth Legarreta, la idea nació “saliendo de ver ‘Drácula’ con Dalia y mis amigas. La verdad es que nos indignamos porque siempre tiene que ganar Dios y decidimos hacer nuestra propia historia”.
La autogestión como resistencia
Ambas cineastas reconocen que el mayor reto del cine autogestivo es la difusión, pues Dalia expresó: “No tuvimos dinero para publicidad, apenas le pusimos cien pesos en Facebook”.
Y añadió: “Nos invitaron a un programa, pero ya no alcanzamos a hacer rueda de prensa. No tenemos los medios para presentarnos en grandes cines, pero conseguimos el espacio en la Casa Natal y lo solucionamos como siempre: a pulso”.
Elizabeth coincide:
“El problema es el elitismo. Nosotras vamos empezando y claro que no tenemos los miles (de pesos), ni el equipo para que todo salga perfecto en cuanto a producción y postproducción, y aun así, la gente acostumbrada a las producciones de Hollywood, esperan que al ir a ver cine autogestivo se vea igual que éstas, y pues es complicado”.
Escribir a cuatro manos
El guion fue una creación conjunta de Dalia y Elizabeth. “El principal problema”, explicó Dalia, “es que en el cine se necesitan muchas manos. Nosotras hicimos de todo: dirigir, grabar, iluminar, correr detrás de la actriz, poner sangre. Aprendimos que hay que tomarnos más tiempo para el próximo corto”.
Elizabeth lo resume con humor: “El guion no nos costó tanto, lo difícil fue pasar ciertas escenas a la pantalla con nuestros medios tan limitados”.
En la grabación participaron alrededor de quince personas, muchas provenientes del taller de guion del profesor René en la Casa de la Cultura, además de compañeras de la Red de Mujeres Escritoras de Michoacán y de la colectiva Metamórficas Violeta.
“Las actrices principales fueron elegidas casi por destino”, narró Dalia, en referencia a la anécdota sobre la participación de Mar Lebrija y Dara Leyva, protagonistas del corto.
“Las conocimos en el baño, después de una función de teatro. Nos miramos y dijimos: quieren participar con nosotras. Y así empezó todo”, explicó.
La comunidad como refugio
El corto explora la sororidad en tiempos de condena. “El mensaje es la comunidad, la sororidad entre mujeres. Pilar y Leonor viven la experiencia de un embarazo no deseado en una época donde eso era impensable. El apoyo entre ellas las lleva a ser castigadas, a ser maldecidas, y eso sigue ocurriendo: cuando las mujeres se organizan, el Estado las ve como enemigas”, destacó Dalia.
Para Elizabeth, el mensaje central es la libertad, pues añade:
“No siempre la luz te va a dar lo que necesitas y a veces la oscuridad es la verdadera compañera. Especialmente para las mujeres”.
Lecciones y futuros alumbramientos
La función dejó aprendizajes técnicos y emocionales.
“Hubo gente que vino por redes y turistas que se quedaron todo el evento. Eso habla de que gustó, pero también hubo quien no entendió por fallas de audio. Son cosas que vamos a corregir. Fue nuestra primera proyección formal, y nos deja claro qué mejorar”, dijo Dalia.
Por su parte, Elizabeth, aseguró: “Me llevo el aprendizaje. Faltó equipo, pero poco a poco nos vamos haciendo de lo nuestro. Lo importante es seguir”.
Ya preparan nuevos proyectos, pues Dalia anunció:
Nos seguimos capacitando. Tomamos talleres de fotografía, de locaciones, de dirección. No queremos quedarnos estancadas en una sola forma de hacer cine, sino ir puliendo nuestras habilidades y seguir creando comunidad”.
Al término del evento, la noche ya había caído sobre el Centro Histórico de Morelia. Afuera, los altares esperaban la noche. Adentro, dos jóvenes directoras que demostraron que, aun con recursos mínimos, la oscuridad puede ser un territorio fértil para el cine y para la esperanza, porque —como sugiere Nacidas de la Primera Noche—, hay veces en que la sombra no destruye: ilumina.